domingo, 24 de abril de 2011

Una mirada al Mágico “Bosque Natural El Cañoncillo”

@Por. Lic. Danny Roy Abanto Cachy.

Mis pies desnudos cabalgan en febriles arenales,
ansiosos de conocer maravillas naturales, …

Dediquemos un tiempo al Bosque Natural El Cañoncillo, inspirémonos, encendamos la magia de nuestros versos y caminemos cantando las melodías de la naturaleza. Tal vez por allí encontremos a un árbol de algarrobo caminando, y nos daremos cuenta que son los guardabosques del Bosque y Complejo Arqueológico El Cañoncillo.
Hoy seré un árbol y quizás sentiré lo que ellos sienten, siendo un guardabosque; las ramas serán mis brazos, el tronco, mi columna vertebral para no desmayar, las raíces, mis pies que me permitirán caminar, y mi fruto serán mis manos, las cuales usaré para sembrar más hermanos. ¡Quiero ser un guardabosque!
Cuando se tala un árbol de algarrobo, no sólo éste muere, sino que miles de otras especies más tienden a desaparecer, como son las bacterias del género Rhizobium, hongos, y cientos de hormigas de distintas especies que recorren su leñoso tronco, arañas que tejen sus delicadas trampas, abejas que polinizan y utilizan la miel de sus flores, mosquitos que pululan por sus hojas y flores, lagartijas rayadas y otras jaspeadas que miméticamente se aferran a los trocos en busca de alimento y sombra al igual que el cañan (Dicrodon guttulatum), especies que están en peligro de extinguirse, como la famosa iguana (Iguana iguana) y el mencionado pacaso (Callopistes flavipunctatus), u otras como la boa (Boa constrictor), serpiente coral (Micrurus tschudii). A ello agreguémosle a las aves que se posan y construyen su nidal quienes huirán despavoridas; los mal llamados carpinteros pertenecientes a la familia Dendrocolaptidae con sus picos rectos y otros que lo tienen curvo, no hallarán alimento ni refugio, como la especie vista por primera vez, un año atrás, cuando caminábamos investigando pacientemente con nuestros amigos los guardabosques, perteneciente al género Campylorhamphus; los denominados lorillos (Forpus coelestis), aves inicialmente migrantes, ahora residentes, quienes nidifican en los troncos del algarrobo desaparecerán con su encanto y colorido; y por las noches los denominados pachatucos y búhos de a poco desaparecerán, tan igual que el bosque con su magia, magia que atrae a nuevos visitantes, así como el anterior, un ardeído de grandioso tamaño que nos costó casi dos semanas en determinar su nombre científico (Ardea cicoi), según sus características taxonómicas, la cual se posaba en los algarrobos más altos divisando sus lagunas encantadoras, mostrándose en ocasiones asustadiza porque no falta por allí algún cazador furtivo, de los pocos que hay, que dispara o mata una especie de pato casi inexistente en la zona, Anas cyanoptera, de pintoresco ojo rojizo (el macho). Las lagunas del Cañoncillo albergan a otras especies de patos como los Podilymbus podiceps y a especies pertenecientes a la familia rallidae como la Gallinula chloropus hoy considerada especie casi amenazada. La convivencia que se da en estas paradisíacas lagunas es digna de ser mirada u observada, ya que desde sus profundidades emergen singulares pececillos ( ) los cuales son la delicia de las aves que al menor ruido se enconden en la hinea (Typha angustifolia), y sobre las lapas o llamadas también ninfas (Nymphaea ampla) alberga una infinidad de mosquitos y gusanos, los cuales son muy bien aprovechados por tildillos, pavitas de monte, entre otras especies más pertenecientes a la familia scolopacidae, que recorren dichas plantas acuáticas, posándose muy delicadamente para no despertar sospechas de sus ocasionales visitantes, quienes serán su alimento.
La biodiversidad que engendra El Bosque Natural El Cañoncillo, debe ser siempre conservada y protegida, su fauna y flora silvestre representan nuestro patrimonio natural, paralelo al histórico cuyos restos arqueológicos fueron dañados por la mano brutal del hombre, que ignorantes autoridades y empresarios, aprobaron el tendido de cables de alta tensión con monstruosas torres de fierro que se ubicaron dentro de centros o patios ceremoniales pertenecientes a alguna cultura precolombina como podría ser Cupisnique o Mochica, con influencia de los Chimús, los cuales eran rodeados de una exuberante vegetación.
Merece reconocer y brindar un agradecimiento a los guardabosques voluntarios que apostaron por ver hoy en día un Cañoncillo aún no depredado con disparos incontrolables o por las mortíferas hachas que obedecen a bárbaros hombres que no tributan, ni mucho menos siembran algarrobos, mata burros (Parkinsonia aculeata)llamado también palo verde, espinos (Acacia macracantha), este último usado en la construcción de embarcaciones artesanales Pero la tarea recién empieza, y tendrán que lidiar con el más grande enemigo de la naturaleza, los intereses, egoísmos y necesidades del homo sapiens.

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